11 de octubre de 2007

LA CRONICA FUGAZ DE LA SEÑORITA BURTON

LA CRONICA FUGAZ DE LA SEÑORITA BURTON



POR


ALLAN ZUÑIGA
FABRICIO FIGUEROA
GINES GUZMAN






PRÓLOGO Y ADVERTENCIA


Los personajes en esta obra son meramente ficticios, cualquier semejanza con personas de la vida real es pura coincidencia.


Atentamente; los inefables e ilusos autores.





ACTO I


Se encuentran Dios y su cordial amigo el Diablo bastante aburridos, pensando en el destino de la Humanidad.
Diablo: Esta gente de la tierra es bastante corriente, hagamos algo con sus despreciables vidas.
Dios: ¿Qué propones?, ¿qué tienes en mente?
Diablo: Te propongo seducir a ciertas personas para que trabajen para mí y se alejen de tus falsas creeencias.
Dios: No me parece tan mala la idea, así podrás probar su fe ¿y quiénes serán tus escogidos para tu pequeño juego?
Diablo: Te doy a que escoger, sería aún más interesante.
Dios: Yo creo en todos mis seguidores, mejor que sea un tercero el que elija.
Diablo: Que uno de mis demonios escoja una víctima y uno de tus ángeles, otra.
Dios: Suena bien, llamaré a mi arcángel Luzbel y le explicaré nuestro "asunto".
Diablo: Yo haré otro tanto con mi demonio Gabriel.
Dios: Muy bien, nos veremos en tres horas.


ACTO II


Dios está en una playa, en donde todo es tranquilidad, tomando un delicioso vino, mientras esperaba a su arcángel. Dios estaba todavía pensando en su coloquio con el Diablo y había algo, algo que le preocupaba, debía de ser algo bien misterioso, pues no podía ser cualquier cosa que preocupara al Creador. Mas tuvo que dejar momentáneamente esas molestias, pues Luzbel había llegado.
Luzbel: Amado Padre, he recibido vuestro mensaje.
Dios: En efecto, he requerido tu presencia.
Luzbel: ¿Qué ocurre amadísimo Señor?
Dios: Oh, no es nada grave, es que el Diablo y Yo hemos querido practicar un cierto plan con los humanos.
Luzbel: ¿Qué clase de plan? ¿Habéis hecho algún pacto demoníaco?
Dios: No te adelantes en tus conclusiones.
Luzbel: ¡Oh, perdonad mi irrespeto! Continuad con lo que me decíais.
Dios: Sabes que "Ego sum qui sum" y el Diablo "est qui est"
Luzbel: ¡Que alguien lo contradiga y morirá por mi mano!
Dios: Empiezo a perder mi calma eterna ¡Escucha y no interrumpas!
Silencio en Luzbel, bajó su cabeza como un niño a quien acaban de reprender.
Dios: Así está mejor. Esta es la situación: tanto tú como el demonio Gabriel deberán escoger a cualquier mortal y seducirlo, tentarlo en la forma que ustedes quieran, darle lo que más ansía esta persona, complacerlo. El fin es ver, si esta persona elegida al azar, acepta o no. Queremos ver cuán férrea puede ser la voluntad de alguien o cuán débiles pueden ser sus creencias.
Luzbel: ¿Y qué sucederá si esa persona nos rechaza?
Dios: Bueno, eso debo discutirlo con Satanás, porque en unas horas tendremos una reunión, solo quiero que sepas lo que te he encomendado.
Luzbel: ¡A tus completas órdenes carísimo Padre!
Dios: Bien, puedes irte, deja que acabe con este delicioso vino.
A pesar de esto, Luzbel era muy diferente pero de eso nos ocuparemos más tarde.


ACTO III


Se encuentran el Diablo y el demonio Gabriel a la entrada del Teatro Melico Salazar, salían de ver una obra muy interesante y muy aplaudida por la crítica. Los esperaba el chofer afuera en la limusina.
Diablo: Tengo un trabajo para ti.
Gabriel: ¿Qué nueva maldad cruza tus pensamientos?
Diablo: Necesito que invadas el alma de cualquier persona y la seduzcas a tu antojo.
Gabriel: Eso lo hago todos los días.
Diablo: Sí, pero esta vez es algo diferente, tendrás competencia.
Gabriel: ¿Cómo? ¿De qué hablas?
Diablo: Tal como lo oyes, Luzbel también hará lo mismo.
gabriel: No te entiendo muy bien.
Diablo: La persona que escogan será seducida por ambos, se probará su fe o su debilidad.
Gabriel: (con carcajadas sonoras) Ja, ja, ja crees que en este mundo tan perdido todavia existe la fe? Ja, ja, ja (y se van).


ACTO IV


Los cuatro personajes se reúnen en el Volcán Arenal, ya han decidido cuál es el blanco de su plan, es una mujer complicada, rebelde, de diecinueve años, su apellido es Burton, mo vive con sus padres, pues es huérana, vivió por algún tiempo con las monjas hasta los dieciséis, es fanática de la literatura de Edgar Allan Poe y la de LoveCraft, siempre quiso ser una actriz importante, ella tiene mucho talento, dibujaba, escribía poesía, podía tocar siete instrumentos musicales.
Ella tiene un lunar, una mácula y esa era la razóm por la cual nunca obtuvo el papel que tanto ansiaba. Era una marca "especial", el demonio Gabriel se lo había visto cuando estaban en una playa nudista en un bello atardecer.
Gabriel tiene un fetichismo con todas las marcas extañas, simbolismos, tatuajes que ha podido encontrar en los mortales.
Los atardeceres constituían un verdadero placer y deleite, porque disfrutaba en contemplar esas marcas tan inauditas y extravagantes. Él era un intelectual, conocía mucho sobre botánica, sobre hierbas medicinales, le gustaba la alquimia, la historia antigua, él era muy colérico, muy impulsivo, fue amigo íntimo de Nerón, de Judas Iscariote, de Marilyn Monroe, tuvo un sueño frustrado de crear una religión en honor a Herodes Antipas.
Luzbel era un capo, era traficante, daba siempre la impresión de ser un matón de primera, pero en el fondo, era un niño, su ídolo era Bob Esponja, toda su habitación estaba adornada con motivos de este personaje, tenía un tatuaje del cangrejo Gary en uno de sus glúteos (no diremos en cuál).
A parte de todo lo que traficaba, Luzbel tenía agudos conocimientos en química y logró desarrollar una droga que bautizó "El supositorio de la felicidad". Dicha droga consistía en adrenalina que provocaba emociones fuertes, podía crear más resistencia en las personas, incluso la longevidad, pero en altas dosis causaba severas mutaciones ( para saber cuáles, consulte con su médico). Había varias formas de onsumirla, la más segura era la intravenosa, se le llamaba la vía corta y la más peligrosa era por donde menos entra la luz.
A Luzbel todos le temían, su nombre terrenal era Pedro, su único amigo era un escritor, llamado M... quien era la única persona que conocía toda la personalidad de Luzbel/Pedro.
M... era inválido e infundía mucho respeto en Luzbel, este solo le decía a aquel, el Padre. Tenían una relación de mucho respeto. El "Padre" nunca cuestionó la forma de vida de Luzbel. Todas las tardes, a las 3:33 jugaban ajedrez.


ACTO V


Habíamos abandonado a nuestros personajes quienes se encontraban de nuevo en el Volcán Arenal, listos para empezar aquella cuestión, ese juego secreto que da inicio a la historia que nos ocupa.
Como se habló con anterioridad, ya la víctima estaba escogida.
Dios: Ya mi ángel y supongo que también el tuyo, han tomado una desición.
Diablo: En efecto, ya tienen a un mortal, mejor dicho, a una mortal.
Dios: A mí no me interesa conocer a dicha persona.
Diablo: A mí me sucede todo lo contrario, yo sé que nuestros emisarios son los encargados de esa tarea, pero sabes que tengo un carácter en extremo curioso.
Dios: Lo sé, mas en lo que debemos concentrarnos ahora es si esta persona rechaza las tentaciones de nuestros delegados.
Diablo: Pienso que por ahora eso no nos debe preocupar mucho, algo se nos ocurrirá.
Dios: No estoy tan seguro, pero te daré gusto.
Diablo: Llama a tu preferido, que yo llamaré al mío.
Entran Luzbel y Gabriel.


ACTO VI


Dios: Ya ustedes tienen su blanco, las reglas del juego son simples, saben ustedes que todos los humanos algún deseo fallido. Válganse de ello.
Diablo: Sí, no existe ningún ser humano que no tenga algún anhelo que no haya podido cumplir.
Luzbel: Ya nuestra víctima ha sido vigilada y, créanme, tiene mucho potencial para nuestros propósitos.
Gabriel: En efecto, ya hemos estudiado todos sus rasgos, toda su personalidad.
Diablo: Deben ser pacientes, no sean impulsivos, no deben evidenciarse, porque lo echarían todo a perder.
Dios: Recuerden que ella no puede descubrir de buenas a primeras sus intenciones. El tiempo no es problema, el resultado final es lo que aquí interesa.


ACTO VII


Terminó la reunión en el Volcán Arenal, nuestros personajes tomaron la forma de extranjeros distraídos y fascinados en admirar el coloso, mientras se podía observar el cráter del mismo en una forma majestuosa y espectacular.
Luzbel de diriguió a casa de M... "El Padre" estaba esperando a Pedro. Aquél sabía de este juego tan particular entre Dios y el Diablo, también sabía quién era la persona escogida.
Eran las 3:31, en un par de minutos comenzaría la habitual partida, el tablero estaba ya listo sobre una mesa de fino cristal.
Como se mencionó con anterioridad, M... era escritor, no tenía pariente alguno, vivía con una sirviente llamada Abulafia quien trabajaba solamente en las mañanas de lunes a sábado.
M... no exigía mucho, solo lo necesario, era de un carácter muy apacible y hasta jocoso. nunca se le veía triste por su condición, al contrario, hacía bromas al respecto.
Jamás tuvo problemas con Abulafia, su relación era como de hermanos, cuando ella tenía pretendiente, lo llevaba a la mansión para que hablara con M..., éste tenía un ojo clínico para esto y a pesar de que el pretendiente se mostrara respetuoso o diera indicios de ser alguien de bien, "El Padre" le decía a Abulafia que se aprovecharía de ella. Esto estuvo a punto de suceder, desde ese momento, ella nunca más desconfió de su sabiduría y, a cualquiera que estuviera interesado en una relación formal, le tendría reservada una entrevista con nuestro dichoso escritor.
Estas entrevistas (cuando las había, pues ciertamente no eran muchas) ocurrían en la noche de los viernes, nunca otro día, ese tal vez era el único capricho de M... Éste hacía tres preguntas con las cuales prácticamente conocía la personalidad o los intereses del individuo en cuestión, dependiendo de las respuestas, elaboraba otras preguntas, algo más profundas, veamos ciertos ejemplos:
Pregunta N. 1 ¿Le gusta el ajedrez?
Si la respuesta era afirmativa, venía otra pregunta ¿Piensa que los hombres juegan más el ajedrez que las mujeres? Si la respuesta era afirmativa M... preguntaba el motivo, si la persona no lo sabía. pasaba a la pregunta dos, pero si lo sabía, M... le pedía que se lo dijera y tal vez discutirían sobre ello toda la noche hasta el amanecer.
Pregunta N. 2 ¿Ha visto revistas o películas relacionadas con la pornografía?
El gozo interior de M... al formular esta pregunta no conocía límites. La razón principal de esta pregunta no era en sí saber si el entrevistado había tenido la oportunidad de haber observado dicho material en alguna ocasión, lo que M... perseguía era la honestidad, la sinceridad, que si alguna vez lo hizo, que lo dijera sin ninguna pena, M... comprendería, eso no consistía ningún delito. Mas M... sufrió grandes decepciones en esta respuesta, pues siempre recibió negativas, pero eran negativas que incomodaron sobre manera a los pretendientes de Abulafia. En esas ocasiones M... daba aquí por terminada la entrevista diciendo categóricamente a su fiel servidora:
El joven ya se va de este lugar, y de tu vida también.
Dijimos con anterioridad, que eran tres preguntas, M... solo hizo la tercera en una ocasión, mas de eso nos ocuparemos a su debido tiempo.
Pedro ya se encontraba en la mansión, a punto de comenzar el juego con su honorable rival, su confidente, su único amigo, aquella persona en la que confiaría siempre. Pero a veces, el que alguien conozca demasiado de uno puede no ser tan bueno, la vida es extraña y sus circunstancias lo son también.

ACTO VIII

M...: Mi querido y apreciado amigo, como siempre seas bienvenido.

Pedro: Ilustre Padre me es grato, como de costumbre, visitarlo para una nueva partida.

M...: Correcto, correcto, mas dime ¿cómo van los preparativos para el juego? No éste, por supuesto, el juego en el que está la señorita Burton.

Pedro: Precisamente antes de venir aquí, tuvimos una reunión final con los Jerarcas.

M...: ¿Cuándo llevarán acabo el acontecimiento?

Pedro: La semana próxima.

M...: ¿Y quién la iniciará? ¿Tú o él?

Pedro: Tendremos que reunirnos él y yo para decidirlo.

Eran las 3:47, ya había dado inicio el juego de ajedrez, era una tarde lluviosa en demasía, truenos y relámpagos por doquier, sin embargo, nada de esto perturbada a estos dos señores enigmáticos e intelectuales.

M...: ¿Cómo va el asunto de la droga?

Pedro: ¡Excelente! Ya lo de estar traficando con órganos internos me estaba aburriendo.

M...: Sí, todas las cosas que hacemos llegan en cierto punto a convertirse en rutina. Yo, por ejemplo, durante mucho tiempo escribí poesía erótica y a la crítica y al público le gustó, mas luego me dediqué a trabajar en una novela que, por cierto, no he terminado aún.

Pedro: Interesante, pero ahora con este asunto , me temo que voy a tener que retirar por un algún tiempo, mientras se nos ocurre el plan perfecto para Whitney.

M...: ¿Es ese su nombre?

Pedro: Sí, Whitney Burton.

M...: Toda una dama fuera de lo normal ¿cierto?

Pedro: Cierto.

ACTO IX
Como no interesaba saber si los que estaban prendados de Abulafia había visto pornografía, tampco interesaba saber si era El Padre o Pedro quien ganaba las partidas de ajedrez. Y a pesar de que Luzbel y Gabriel se reunirían para decidir sobre quién comenzaría a visitar primero a Whitney, Gabriel adelantó indirectamente algo de terreno.
Se diriguió al convento del que fue expulsada la señorita Burton, se hizo pasar por un padre de familia que estaba interesado en que su hija (la cual no existía, por supuesto) se convirtiera en religiosa.
Se presentó como el señor Brandon Chavarría. Una de las novicias lo hizo pasar al despacho de la madre superiora.
Brandon (Gabriel) como ya se mencionó con anterioridad, era de carácter explosivo y fuerte, pero al tratarse de asuntos tan delicados, en los que estaba de por medio algo tan trascendental como la pugna entre Dios y el Diablo, dejaba a un lado sus manías y se tranformaba en un ser sigiloso y cauteloso, hasta detallista, se podría decir.
Pues bien, ya mencionamos otro rasgo importante de Brandon quien ya había tomado asiento en la apacible e iluminada oficina de la madre superiora, quien lo había hecho esperar once minutos y catorce segundos.
Ella se llamaba T. Robinson y existían algunos rumores sobre un affaire suyo con alguien del lugar, mas nada de eso se pudo comprobar jamás.
Robinson: Disculpe mi tardanza, pero una situación imperiosa me ocupó de última hora (sentándose acalorada y agitada en su silla).
Brandon: No es necesario que se explique usted conmigo, yo sé muy bien lo que son estos contratiempos ( a la vez que éste se levantaba, hizo un saludo en extremo adulador, que rayaba en la hipocresía).
Robinson: Se me ha informado que usted desea conocer nuestras sacras y honorables instituciones.
Brandon: (de nuevo con tono adulador y empachoso) La información que le han proporcionado es del todo correcta. Como usted ya sabe, yo soy un padre sumamente responsable y mi hija, de la cual no es preciso que sepa aún usted su nombre, está en una edad ¿cómo podría explicarlo?, vulnerable, sí, vulnerable y débil al mundo y a todo lo maligno y perveso que reside en él. Como comprenderá yo estoy en contra de que mi angelito querido conozca o se entere de que estos vicios existen.
La madre Robinson, al oír estas últimas palabras, no pudo evitar sentir una profunda nostalgia en su corazón, la cual tuvo que ahogar rápidamente para dar una respuesta satisfactoria a su interlocutor.
Robinson: Comprendo claramente su preocupación y le garantizo, el doy mi palabra de que su hija obtendrá aquí la paz y la gracia espiritual que hay en cada una de nosotras y en cada rincón de este humilde pero estricto recinto.
Brandon sí sabía de la condición pretérita de ella, y él sonrió, no por satisfacción de lo que acababa de escuchar, sino porque había detectado con gran perfección cuán cohibida vivía aquella madre, cuántas noches recordaba su intenso amor, cuántas lágrimas derramaba en la soledad de su oscuro y diminuto cuartucho sin que nadie supiese de ello ni lo sospechase jamás. Brandon se dijo para sus adentros que esto podría representar un arma a su favor, algo que serviría a sus propósitos, algo que tal vez Pedro desconocería; un as bajo la manga, no se podía dar el lujo de desaprovechar el conocimiento que tenía en su poder.
Continuaba sonriendo y Robinson hablaba contenta en creer, erróneamente, que esa sonrisa proyectada en el preocupado padre se debía a lo que ella le decía... cuántos sufrimientos se habría evitado si hubiera podido enterar de la verdadera razón de aquella sonrisa tenue e inocente.
ACTO X
Por fin llegó el día en que habrían de reunirse Luzbel y Gabriel. Éste logró reunir una cantidad impresionante de datos referentes a Whitney y a las circunstancias implicadas en aquella expulsión, claro, con sus poderes mentales propios de un demonio intelectual y detectivesco.
Se dieron cita en la Biblioteca Nacional a las 2:57 de la madrugada de un martes.
Luzbel: Más vale que nos demos prisa, pues en unas pocas horas recibiré, personalmente, un nuevo embarque de mi tan apetecida droga.
Gabriel: Sí, he oído de ello, y tal vez no me lo creas, pero me alegra que properes en tu negocio .
Luzbel no le creyó y ambos lo supieron, pero Gabriel en realidad no supo por qué le había dicho eso, pero ya no importaba ¿o sí?
Luzbel: Deja ese protocolo fastidioso y vayamos a lo que nos ocupa.
Gabriel: (sintiéndose como regañado por el mismo Satanás): Tienes razón, pues bien ¿cómo decidiremos cuál de nosotros vigilará a Whitney primero?
Luzbel: Mira, aquí yo soy el ángel (bueno, no todo el tiempo) por servir a Dios en los cielos y ya que en realidad mis planes en la Tierra van de maravilla, hoy me siento de buen ánimo, así que dejaré que tú empieces a vigilarla ¿te parece?
Gabriel (dudoso): De acuerdo, terminamos por hoy.
Luzbel (también dudoso): Perfecto, hasta pronto.
Ambos sabían que esos términos no iban a respetarse, pero, tampoco eso importaba ¿o sí?
SEGUNDA PARTE
ACTO I
Como dijo Luzbel en la sala principal de la Biblioteca, teniendo por testigos a innumerables y mudos libros antiguos, su reunión no debía durar mucho, pues en efecto, tres barcos con su droga en ellos, estaban por llegar al puerto y él, personalmente, tendría que emcargarse de todos los pormenores de dicha operación.
En otro lado opuesto a éste, Gabriel prefidrió dirigirse a un fino night club, tomar forma humana y mezclarse con todos esos infelices, con todos esos hombres que frecuentan dichos sitios para experimentar, o tal vez, querían, por motivos no del todo conocidos, serles infieles a sus esposas (en el caso de que fuesen casados) o por el simple hecho de querer beber algo y ansiar esos cuerpos voluptuosos que jamás poseerían en sus hogares que ya están, de por sí, invadidos por el tedio y la enfermiza costumbre.
Esta vez Gabriel no adoptó la postura formal y elegante que empleara ante la madre Robinson. Se disfrazó al estilo punk y entró al lugar en cuyo interior caminaban unas mujeres elegantemente desnudas, servían copas a los clientes de los que no se esperaba otra cosa sino sandeces e improperios hacia ellas. En el fondo, Gabriel sentía una profunda lástima por ellas, por toda esa basura que debían soportar; pero se dijo que no era el momento de ponerse moralista, decidió bebr unas cuantas cervezas y observar (quitado de la pena anterior) esas bellezas desgastadas por el sexo, que a ellas ya les era tan familiar, con completos desconocidos.
Su pensamiento estaba en otra parte, pensaba en Whitney, en su marca particular , en su mirada, intensa pero ingenua a la vez y por un instante, trató de imaginarla caminando ahí, así como ellas, lo cual le provocó un violento malestar que casi se convierte en un vómito inminente. Por fortuna, el retrato de un chimpancé en una de las paredes, lo alivió en forma inmediata. Continuó bebiendo, continuó observando, continuó pensando en Whitney...y en Luzbel. Le tenía respeto (¿o era miedo acaso?) y sabía que Luzbel sentía algo muy similar hacia él. Gabriel bebía sin que el alcohol hiciera el menor efecto en él; bebía para olvidar (como lo hacen muchos mortales) solo que no olvidaba (también eso era propio de los mortales), parecía que en cada trago injerido estuviera el icomparable rostro de Whitney. Eso le resultó paranoico y desesperante. Intentó localizar el retrato de chimpancé para calmarse, pero esa figura la se había ido, ahora era la faz de Whitney la que ocupaba su lugar y parecía decirle:
"No podrás escapar de mí, te poseo, te tengo, tengo tu esencia y hasta tus riñones humanamente podridos."
No pudo más, decidió escapar de ese recinto en el que estuvo a punto de perder su condición satánica. Las vestimentas punk de las que se había valido fueron a para sobre las cabezas de una pareja de novios que estaba besándose en el parque en el preciso instante en que el novio desabotonaba la blusa de la trémula joven. El incidente estropeó el febril momento.
ACTO II
Gabriel se estaba enamorando, lo cual era en extremo peligroso y hasta letal para su misión, mas en cambio Luzbel tenía percepciones más objetivas sobre ella y de lo que representaba. Después de la tarea de la droga, éste se encerró en su oficina y luego vio unos capítulos inéditos de su serie favorita: Bob Esponja Pantalones Cuadrados. Eran estos episodios exclusivos que únicamente él poseía. ¡Cuánto le divertía la nobleza de Bob, las estupideces de Patricio y la avaricia sin límites de don Cangrejo en su tan conocido restaurante El Crustáceo Cascarudo! Pero también pensaba en ella, sí, aunque no en la forma en que lo hiciese Gabriel, pero definitivamente ocupaba un espacio considerable en su mente. Algo extraño le impidió continuar observando el capítulo inédito de aquellas fábulas, así que decidió apagar su televisor (de plasma, por cierto). Prefirió leer un libro de poesías que M... le había regalado en cierta ocasión; lo leyó con la intención de relajarse un poco, pues la idea de salir a las sombrías calles no le apeteció mucho (esa conducta era inusual en él):
"En el amanecer
de tus ojos
se quema mi corazón,
lengua candente
sobre mis labios ardientes
gritamos como locos
locos de pasión."
Comentaría, al día siguiente con El Padre, este y otros poemas que leyó con sumo desgano y fastidio.
Nunca llegó a conocer el motivo por el cual no terminó de ver el episodio antes mencionado y no se molestó en tratar de averiguar la razón que lo perturbó en su propósito.
Quizá lo discutiría con M..., quien tendría más armas en su poder con esta nueva información. "Si tan sólo pudiera saber de mi poder, que es similar al suyo, me partiría en dos. No. No puedo hacerle esto a Abulafia, ella me necesita; sin mis consejos estaría perdida, tal y como está en estos momentos la famosa Whitney. Necesito fuerzas para que nunca se entere de mi verdadera personalidad. Fuerza y discresión."
continuará...